FRACTURAS ÓSEAS
Cómo se producen y por qué deben ser tratadas
A diario, el especialista en traumatología y ortopedia ha de enfrentare a una de las patologías más frecuentes e incapacitante de los pacientes como son las fracturas.
¿Pero que es una fractura y cuál es su tratamiento? Una fractura se puede definir como la perdida de continuidad de un hueso o cartílago. Generalmente causada por un traumatismo de intensidad variable o uso excesivo. La mayoría tendemos a pensar que en ese proceso se lesiona solo el esqueleto, pero es mas complejo que eso, alrededor del mismo se encuentran diversas estructuras que sirven al aparato locomotor como músculos, vasos sanguíneos, nervios y muchas otras estructuras que se verán afectadas, o bien por en traumatismo, cual sea su etiología o bien por los fragmentos que se forman de la unidad ósea. La gravedad de este tipo de patología, así como sus complicaciones va a depender principalmente del agente y fuerza del traumatismo, pero entran en juego un conjunto de factores tales como la edad, la condición física, patologías previas del sujeto, incluso el tipo de labor que realiza y su lado dominante. Todos estos aspectos influirán a la hora de tomar decisiones en cuanto al tratamiento y afectará en buena manera las posibilidades de éxito del mismo. Causas comunes de fracturas óseas La causa más frecuente de una lesión del sistema musculoesquelético es un traumatismo. El cual puede ser:
Síntomas de las fracturas óseasEl síntoma más claro en la mayoría de las lesiones musculoesqueléticas es el Dolor La parte lesionada duele, especialmente cuando el sujeto trata de cargar peso o mover la extremidad.
La zona que rodea a la lesión es dolorosa al tacto. Otros síntomas incluyen: Hinchazón Una parte que se ve deformada, doblada o fuera de su posición Hematomas o decoloración Incapacidad para usar la parte lesionada con normalidad Posiblemente pérdida de la sensibilidad (entumecimiento o sensaciones anómalas) La parte lesionada (como un brazo, una pierna, una mano, un dedo o un dedo del pie) a menudo no se puede mover, normalmente porque el movimiento es doloroso y/o una estructura (hueso, músculo, tendón o ligamento) está lesionada, rota o fuera de posición. Cuando los músculos alrededor de la zona lesionada tratan de mantener el hueso fracturado en su posición o compensar otras lesiones, se pueden producir espasmos musculares, causando un dolor adicional. Se producen hematomas cuando existe un sangrado por debajo de la piel. La sangre puede provenir de los vasos sanguíneos del hueso fracturado o de los tejidos circundantes. Al principio, el moratón es de color negro violáceo y se va tornando entre verde y amarillo a medida que la sangre se descompone y el organismo la reabsorbe. Esta puede desplazarse a bastante distancia de la fractura, lo que causa un hematoma de grandes dimensiones o bien un hematoma a cierta distancia de la zona lesionada. La sangre puede tardar semanas en reabsorberse. La sangre acumulada produce dolor temporal y rigidez en las estructuras circundantes. Por ejemplo, las fracturas del hombro pueden causar moratones en todo el brazo y provocar dolor en el codo y en la muñeca. Un hematoma en la frente puede aparecer más adelante alrededor de los ojos. Debido a que los movimientos de la parte lesionada son dolorosos, el paciente generalmente no quiere realizar movimientos. Si el paciente no puede hablar (como en niños pequeños o ancianos), la negativa a mover una parte del cuerpo puede ser el único signo de una fractura u otra lesión. Sin embargo, algunas fracturas no impiden a la persona afectada mover la zona lesionada. El hecho de que la zona lesionada pueda moverse no significa que no haya fractura. ¿Cómo diagnosticar las fracturas?
ComplicacionesLas fracturas, como se mencionó anteriormente, pueden ir acompañadas u ocasionar otros problemas (complicaciones). Sin embargo, las complicaciones graves no son frecuentes. El riesgo de complicaciones graves aumenta si la piel se rompe o si se lesionan los vasos sanguíneos o los nervios. Algunas complicaciones (como la lesión de los vasos sanguíneos y los nervios, el síndrome compartimental, la embolia grasa, y las infecciones) se producen durante las primeras horas o días después de la lesión. Otras (como los problemas con las articulaciones y los defectos de consolidación) se desarrollan con el tiempo. Lesiones de los vasos sanguíneos Muchas fracturas y otras lesiones musculoesqueléticas causan un sangrado visible alrededor de la lesión. En raras ocasiones, el sangrado dentro del cuerpo (sangrado interno) o a través de una herida abierta (sangrado externo) es lo suficientemente importante como para causar una disminución peligrosa de la tensión arterial (shock, ver Choque (shock)). Por ejemplo, se puede producir un shock cuando una fractura del fémur causa una hemorragia interna grave o cuando una fractura de la pelvis causa una hemorragia interna masiva. Si una persona está tomando un medicamento para prevenir la formación de coágulos sanguíneos (un anticoagulante), unas lesiones relativamente menores pueden causar un sangrado importante. Lesión neurológica A veces los nervios se estiran, se lesionan o se aplastan cuando se fractura un hueso o se luxa una articulación. Un traumatismo directo puede contundir o aplastar un nervio. Un aplastamiento provoca una lesión más importante que una contusión. Estas lesiones suelen curarse por sí mismas a lo largo de semanas, meses o años, en función de la gravedad de la enfermedad. Algunas lesiones nerviosas nunca sanan por completo. Puede existir una sección total del nervio a veces debido a la presencia de fragmentos afilados de hueso. Los nervios lacerados no sanan por sí solos y pueden necesitar una reparación quirúrgica. Embolia grasa Otra complicación importante la constituye el embolismo graso. Por lo general ocurre cuando se fracturan los huesos largos (como el fémur) y se libera la grasa del interior del hueso (médula ósea). La grasa puede desplazarse a través de las venas, alojarse en los pulmones y obstruir allí un vaso sanguíneo. Como resultado, el organismo no recibe suficiente oxígeno, y el paciente puede presentar una sensación de falta de aire y dolor torácico. La respiración puede llegar a ser rápida y superficial, y la piel puede adquirir un aspecto moteado o un color azul. Síndrome compartimental Frecuentemente (mas frecuente de lo imaginado), se produce un síndrome compartimental Debido a que la inflamación ejerce presión sobre los vasos sanguíneos cercanos, el flujo de sangre a la extremidad lesionada se reduce o se interrumpe. Como resultado, los tejidos de la extremidad pueden lesionarse o morir, y el miembro puede tener que ser amputado. Si no se trata, el síndrome puede ser mortal. El síndrome compartimental ocurre con mayor frecuencia en personas que tienen fracturas de los dos huesos de la pierna (tibia y peroné, ver Fracturas de la pierna) o una fractura del medio pie Infecciones Si al producirse la fractura se desgarra la piel la herida puede infectarse, y la infección puede propagarse al hueso (lo que se denomina osteomielitis). Esta infección es muy difícil de curar. Problemas articulares Las fracturas que afectan a una articulación por lo general lesionan el cartílago articular de los extremos óseos en las superficies de la articulación. Normalmente, este tejido de protección liso y resistente permite que las articulaciones se muevan sin problemas. El cartílago lesionado suele cicatrizar, lo que produce artrosis, que a su vez provoca rigidez en las articulaciones y limita su rango de movimiento. La rodilla, el codo y el hombro son particularmente propensos a desarrollar rigidez después de una lesión, especialmente en personas mayores. Problemas relacionados con la curación A veces, los extremos de un hueso fracturado no cicatrizan como se esperaba. Es posible que: No se unan los extremos (lo que se denomina pseudo-artrosis) o que ocurra un retardo en la consolidación, Consoliden en una posición incorrecta (lo que se denomina consolidación viciosa) La probabilidad de que aparezcan estos problemas es mayor cuando los extremos rotos del hueso no se mantienen uno junto al otro y no se protegen del movimiento (no se mantienen inmovilizados) o el suministro de sangre se interrumpe. Algunos trastornos, como la diabetes y la enfermedad vascular periférica, y ciertos fármacos, como los corticosteroides, pueden retrasar o interferir con la cicatrización ósea. |
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